El
extranjero posó sus largos y finos dedos en frente y sien del capitán. Entonces
proyectó en su mente una serie de imágenes de varias zonas del planeta.
—Aquello que enferma y no puede
recuperarse por si mismo, pide ayuda, llama a un doctor. Yo soy el doctor—. El
hombre vio ciudades repletas de gente, terremotos, erupciones de volcanes,
grandes extensiones de bosques taladas… —Cuando llegué realicé mi diagnóstico.
Pensé en reeducaros pero no vi futuro en ello. Así que decidí proceder a la
desinfección total. ¿Responde eso a tu pregunta?
El
visitante separó los dedos del militar. Este ya no vio más imágenes en su
mente, volvió al desierto gris, salpicado de chatarra y muerte. Le llegaba aún
el olor a pólvora. Echó la vista atrás, sin encontrar superviviente alguno.
Alzó la vista, cruzó miradas con aquel ser que le hablaba con telepatía y
asintió para responderle. El doctor dirigió la palma de su mano a la cabeza del
arrodillado. Proyectó una luz azul que traspasó la cabeza rapada. El capitán
cayó de lado y sin vida contra el cemento. El visitante pensó: ”Desinfección
finalizada”.
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