Soy el Sargento Harrigan. Mi pelotón fue capturado por los Charlies. Nos metieron presos a todos en la misma cabaña. Diría que improvisaron una prisión porque no sabían donde meternos. Nos metieron en una cabaña con solo dos camas para mi y mis cinco hombres y entablillaron las ventanas.
Estábamos casi a oscuras. Solo entraba luz por alguna rendija de la ventana entablillada. Little John examinó la ventana a conciencia pero no supo como podríamos abrirla. La habían cerrado muy bien. Todos nos desanimamos al enterarnos.
Solo nos habían dejado el pantalón y la camiseta interior. Nos quitaron las botas y el resto de equipo. Se aseguraron que no guardáramos ningún machete o bengala, que nos seria muy útil. Yo me estire en la cama, otros simplemente andaban de un lado a otro y otros se estiraron en el suelo de madera. Hacia calor y todos sudábamos.
Pasaron varias horas hasta que llegó la tarde. No nos trajeron ni agua ni comida. Todos teníamos hambre y sed, pero intentábamos no pensar en ello. Encima nos perdimos y se nos acabaron ayer los víveres. Encima nos perdimos por mi culpa. Que nos emboscaran los charlies también fue culpa mía. Me temía que los demás se volvieran contra mi. Notaba ya cierto odio por parte de algunos.
Entonces noté algo que me molestaba en la espalda debajo del colchón. Metí la mano por debajo y noté algo duro. De ahí saqué una botella de algo que parecía licor pero que la etiqueta estaba en vietnamita. Volví a meter la mano y encontré otra. Volví a meterla y a buscar a fondo, pero ya no había nada mas.
Le pasé una botella a Fred, el cual entendía bastante de bebidas. Le pedí que la probara, a ver si sabia lo que era. Fred abrió la botella y la olió. Puso cara de asco, pero luego le dio un trago. Todos nos quedemos expectantes para ver que opinaba del licor. Se quedó quieto un momento probándolo y volvió a darle un trago bien largo. Se la pasó a Jimmy y le dijo que estaba bueno pero que era fuerte. Jimmy lo probó primero y puso cara de no gustarle. Aun así volvió a darle un trago mas largo. Yo abrí mi botella y le di un trago largo. Era muy amargo y fuerte pero me gustaba. Fui pasando la botella y todos fueron bebiendo. Por un momento, nos olvidemos de nuestras penas.
Debido a la calor, la falta de alimento y agua, y el estar encarcelados en la selva de un país que estaba muy lejos de nuestras casas; se nos fue a todos la cabeza con la bebida. Todos se empezaron a reír sin sentido, otros comenzaron a bailar abrazados a otros,.. Los soldados me hablaban como si me hubieran perdonado y me sentía bien, muy bien. Todos iban haciendo el tonto en la cabaña de cuatro por dos metros. Jimmy se subió encima de Fred, y este lo subió a sus hombros. Jimmy se dio un golpe con el techo porque no lo pudo ver. Se cayó de espaldas de forma muy graciosa y todos se partieron de risa.
Afuera los charlies nos gritaban pero no sabíamos que decian. Supongo que querían que nos calláramos. La puerta se abrió. Un sargento de ellos apareció escoltado de dos charlies con el fusil apuntándonos. Yo estaba enfrente de él, con la botella en la derecha y apenas podía estar de pie. Hizo un gesto para coger la botella y yo la moví hacia atrás para que no la cogiera. El sargento charlie me gritó y intentó de nuevo coger la botella. Me pareció gracioso y me puse a jugar con él ofreciéndole la botella y quitándola rápidamente. El pequeño sargento se estaba poniendo rojo de rabia.
Fred me miraba seriamente y me guiñó un ojo. Como lo conocía bien sabía qué quería decir. La botella se la estampé en la cabeza al pequeño charlie que, por suerte, iba sin casco. Mientras Fred se tiró en plancha hacía los soldados y los tumbó evitando que dispararan. Los demás se tiraron también encima para evitar que se levantaran y les cogieron sus fusiles. Les obligaron a entrar en la cabaña y los encerraron con el pequeño sargento inconsciente en el suelo. Cerraron la puerta con una balda y observaron la situación.
Yo estaba armado con media botella rota, Little John tenia la otra. Fred y Jimmy tenían los fusiles. Los otros dos estaban detrás de nosotros. Estábamos en un cuartel de charlies al anochecer, borrachos, desorientados y teníamos que escapar como fuese.
Un soldado apareció con el ruido y Fred lo llenó de plomo. Con los disparos se dio la alarma y huimos en la dirección contraria. Nos encontramos con cuatro soldados más y Jimmy se los cargó. Disparaban más de la cuenta ya que no tenían control de la vista ni de los brazos. Yo agarré una antorcha y la lancé contra unos bidones de gasolina para que explotaran. La antorcha se quedó simplemente quemando el bidón de plástico por fuera. No fuimos detrás de un muro y los bidones acabaron explotando. Un humo negro se expandió por el cuartel. Little John nos llamó y encontró un jeep detrás de una cabaña. Le seguimos, y mientras vigilabamos que no nos descubrieran, intentaba ponerlo en marcha. Irónicamente estaba sin gasolina y no arrancaba. Más tarde nos dimos cuenta que también le faltaba una rueda del lado que no veíamos.
Los charlies descubrieron que habíamos escapado y sacaron a los soldados que estaban presos. Hacían patrullas buscándonos, pero nosotros pudimos escondernos en un almacén. Para nuestra sorpresa, estaba lleno de armas. Cogimos todo tipo de ametralladoras, lanzamisiles, fusiles y mucha munición. Salimos y comenzamos a disparar a discreción a las cabañas, Jeeps y soldados. Vinieron soldados por todas partes pero con el subidón no teníamos miedo a nada. Medio cuartel estaba en llamas. Disparábamos a todo lo que se movia. Incluso Little John se cargó a uno de los novatos nuestros.
Dejamos de disparar y nos dimos cuenta que habiamos acabado con todos. Buscamos la cocina, comimos y bebimos hasta hartarnos. Solo quedó un pequeño barco en el río que, por suerte, no volamos. Cogimos un mapa y escapemos de allí. Después de aquello, ya no fui la misma persona.